por EDUARDO FRANCISCO PIRONIO

Mensaje Santiago de Chile, 1986

Nuestro querido Cardenal, fue uno de los grandes animadores del Sínodo sobre los Laicos (1987) e inspirador de la exhortación postsinodal de San Juan Pablo II Christifideles Laici, ya que era el Presidente del Consejo Pontificio para los laicos. Para él, el protagonismo de los jóvenes y el rol del laico en la Iglesia Pueblo de Dios, nacían “juntos” del Concilio. De hecho nos refería ese día: El verdadero tema del próximo Sínodo no es, a mi juicio, el laico, sino que es otra vez la Iglesia, y, en la comunión eclesial, la identidad, la vocación y misión del laico en la Iglesia y en el mundo. Si nos quedamos en una descripción del laico como sector separado, como formando un compartimiento en la Iglesia junto a los religiosos, a los sacerdotes y a los obispos, no entenderemos nunca el ser profundo del laico que nace de la comunión misma eclesial. Tres realidades: Cristo, Iglesia, mundo que tienen que darse simultáneamente, vivencialmente, en el laico. Crecerá el laico como constructor de la sociedad en la medida en que crezca su comunión en la Iglesia y en la medida en que vaya creciendo en santidad inmerso en Cristo”.

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